No olvidemos nunca que el principio básico de la democracia
es que “el poder reside en el pueblo”. Un pueblo que debe penetrar en los
secretos más ocultos de la política internacional, controlar cada uno de los
movimientos de sus respectivos gobiernos y reivindicarse a través de todos los
medios a su alcance para acabar con una realidad llamada “corrupción”. Una
realidad que estuvo oculta durante mucho tiempo, pero que cada vez es más
palpable y visible. La corrupción es la gran mancha que se extiende sobre
nuestro planeta. Una gran mancha que ha llenado de suciedad, impurezas y
sustancias nocivas al sistema que era el resultado de la modernidad, la
democracia. Una gran mancha que nos ha hecho retroceder en el culto al
progreso. Todo este tiempo, hemos vivido en continuos engaños, hipocresías
baratas y una demagogia que siempre buscó un claro interés de manipularnos y
convertir al pueblo en un instrumento de la propia ambición política. Por lo
tanto, necesitamos de pueblos democráticos con valores y que tiendan siempre a
reflexionar. La reflexión colectiva nos hará siempre más previsibles y con
ella, podremos acabar con el largo camino que se ha trazado durante todo este
tiempo, esa gran mancha llamada “corrupción”.
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