Desde que llegaron
noticias e imágenes de las miles y miles de personas que llegaban o bien a pie,
o bien en diferentes buques atravesando el Mar Mediterráneo o el Mar Egeo hasta
diferentes países europeos como Turquía o Grecia, lo único que hemos hecho es alarmarnos. Nos
hemos alarmado de ver cómo estas personas llegaban procedentes, en su mayoría,
de países como Siria, Paquistán, Iraq, Afganistán…
Pero jamás nos hemos
preguntado realmente porque había una movilización tan grande de personas hasta
Occidente. Y si vienen hasta aquí es en busca de oportunidades. Y la mejor
oportunidad que tienen, es sobrevivir. Encontrar una supervivencia y una
libertad que siempre les ha dado la espalda. Vienen de países en donde siempre
se les arrebataron los derechos y lo más importante, la dignidad. Les hemos
etiquetado como “refugiados” y en
realidad, son los “olvidados".
¿Y por qué digo esto?, porque siempre se obvió lo
que estaba pasando en sus respectivos países. El sometimiento, la miseria, las
guerras continuas, las hambrunas y por si fuera poco, salir a la calle era
ir a jugar con la muerte. Estaban expuestos diariamente a todas estas
circunstancias. Sus miradas de desolación enfrente de las vallas fronterizas
que les prohíben el paso a Europa nos expresan aquello que las palabras nunca
pudieron explicar. Hay familias enteras que se han recorrido miles de
kilómetros a pie en busca de una vida mejor. Y esa vida mejor, se argumenta en
la felicidad de poder ver a sus hijos crecer.
[Carta publicada en el diario 20Minutos] Héctor Ortega Otero
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